29 may 2013

La realidad aburre I





Stanley Kubrick fue director de cine. Los que saben dicen que dotó de prestigio a géneros menores del cine, por mi parte digo: El Resplandor es un peliculón. Esa es la diferencia argumentativa entre los que saben y los que no saben ni mierda. Argumento a: “dotó de prestigio a géneros menores”; argumento b: “es un peliculón”. Como fuere, los dos calificativos van en la misma dirección: el tipo fue un groso (b). 

También dicen que el hombre no llegó a la luna y que nuestro querido Kubrick fue el director de orquesta que se encargó de filmar el suceso que ponía a Estados Unidos por arriba de la Unión Soviética en la carrera espacial. Y si filmó, por qué no suponer que fue el autor de la famosa frase “un pequeño paso para…” ¿acaso toda gran obra lleva un gran guión? 

Es aburrido, abrumadoramente aburrido, quedarse con la idea de un gran director de cine. ¿Por qué no darle un protagónico en la historia mundial? Me imagino a la CIA secuestrando a Kubrick una madrugada de domingo, un traslado en helicóptero con personajes de traje negro, silencio, ninguna explicación. El encuentro con Richard Nixon y Henry Kissinger, dos hombres que pudieron planificar dictaduras por toda América Latina, y también, un viaje a la luna.

Pero (cómo sucede casi siempre) Kubrick no se aguantó. Dicen, dicen los del tipo b, nosotros los de argumentos escasos, los que no sabemos nada, los que no queremos aburrirnos, que en el peliculón El Resplandor, están todas las pistas. El número de la habitación 237 es el mismo número que la distancia que hay desde la tierra a la luna 237 mil millas.  La alfombra del hotel se parece a una pista de despegue con sus figuras hexagonales. Sí, y muchas pistas más, que gente del tipo b usamos de excusas para ver el El Resplandor. Todo hasta que sepamos un poco más de cine y tengamos argumentos más técnicos para hablar.   

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