18 oct 2010

Los escrúpulos de Don Alberto y sus reflexiones sobre la Muerte





Me gusta asistir a funerales de todo tipo, que por lo general los clasifico de tres modos. Tenemos funerales de café importado, los de lluvia con negociaciones y aquellos donde se lloran los dos o tres aspectos rescatables del extinto. Este último es mi preferido. Con sorpresa registro el ingenio por repetir las pocas cualidades del fiambre. Claro, sin caer en ejemplos específicos que agreguen varios metros de profundidad a la tumba del desdichado. Una muestra es el último evento velatorio al que asistí.

Me acerqué al cajón y dije una frase robada de un boleto de colectivo: “lo pasado y lo futuro no son nada comparado con el severo hoy”. Así es la muerte, minimiza el odio y maximiza el amor, por decirlo en términos de business, pero no deja terreno a lo que se quiera escapar de la imagen del cajón y el cuerpo sin vida, la nada, una piedra, un lavarropas, lo mismo da. Pero de tanto deceso, uno como que se pone a pensar y queda medio chiflado. Por eso nadie versa sobre la muerte. Más mejor, uno piensa en qué va a cenar, si alcanza para vacaciones, si Racing se va a la B, pero de muerte mejor ni hablar.

Con el riesgo de terminar desequilibrado o tarambana les cuento que el finado de mi último funeral (y ya me voy quedando sin sinónimos para el muerto y su acontecimiento) resultó ser tremendo hijo de puta en vida. Asunto que plagó la sala velatoria de acreedores, ex amigos, subordinados despedidos, amantes de promesas incumplidas. Todo un vagón de personas que, a falta de lágrimas y mocos, venían a reclamar su último y legítimo improperio. Así nos pasamos la tarde, tristes y desolados porque se murió sin pagar ni agradecer.                          


2 comentarios:

Anónimo dijo...

tengo una anecdota sobre tu post

chuik chuik chuik...

otro día te lo cuento



firma: Evo Morales

Joaquín dijo...

Que groso el blog, lo lee hasta el compañero Evo.

muaac muaac muaac...