20 may 2012

Nada nuevo bajo el sol


Pasó sin gloria y con mucha pena el debate sobre el Wachiturro acusado de abuso. Las discusiones se dividieron entre catálogos básicos: puta, negro cabeza, puta y negro cabeza. Se escuchó la pregunta de siempre ¿dónde están los padres? Hablaron los abogados, se pidieron y proyectaron los años de cárcel y en una combinación perfecta también tuvo micrófono la “gente”.

Hace un año Strauss- Kahn (pope del F.M.I en su momento) era acusado de intentar abusar de una trabajadora en uno de los hoteles más lujosos de New York. Todo fue tomado con pinzas, alfileres, dedo pulgar e índice, todo estaba por probarse, incluso podía ser una trampa para sacarle algo de dinero al poderoso. Silvio Berlusconi también tuvo lo suyo pero con unos detalles: él es un seductor y no puede contener sus encantos fue la justificación perfecta para todos.

Volvamos con el caso Wachiturro. Acá sí que hubo un acontecimiento. Los dos protagonistas comparten una condición y ejemplifican a lo popular: a) la cumbia, el éxito fácil, la negación y exclusión cultural de siempre y b) la niña de “sexualidad promiscua”, de fotos provocadoras, sin padres que la eduquen. ¿A quién cargarse con una catarata de insultos? Puta y negro cabeza: ninguno de los dos mereció mayores reflexiones, porque la incontinencia verbal está a la orden y los medios para expresarse se potencian y no dan cabida para nada más.

No hay nada nuevo en el diccionario micro-fascista del argentino/a medio. Pero está vez, en parte, se tuvo que repartir entre el negro y la puta. Y tampoco sorprende que la falta de novedad argumentativa, porque de la reiteración vive, no existe evidencia que pueda con un discurso estereotipado. Y menos aun en la conjunción perfecta que nos dio el caso Wachiturro.
Fueron momentos de gloria para los espacios virtual, el foro de la La Nación se vio inundado mierda, Facebook también. Todos querían exclamar sus opiniones y la instantaneidad requiere de frases cortas o una imagen que lo diga todo sobre el tema, para pasar a otro y opinar lo mismo ir a la esencia. ¿Y los medios qué? ¿Acaso no podían distorsionar la imagen de la piba? Claro, habrán pensado: es de Tucumán o de Santiago del Estero a quién le importa, no tiene parientes y ni un mango para un abogado: expongamos la foto y que la “gente” diga si tiene cara de puta, cuerpo de puta, pose de puta o sólo son impresiones de primera mano; eso sí ojito con hablar mal de Strauss- Kahn y Berlusconi. 

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