2 jun 2010

Obdulio Varela


16 de junio de 1950. Afuera del estadio se organizaba la fiesta, se habían vendido 500.000 remeras que predecían “Brasil Campeao 1950”, se estrenaba el estadio más grande del mundo. El traje de  Jules Rimet, presidente de la FIFA, llevaba en su bolsillo derecho un discurso en homenaje al futuro vencedor carioca. Solo quedaba un trámite, un sello, una firma, para el caso: 90 minutos con el país vecino. Del otro lado los dirigentes uruguayos pedían al seleccionado que no pierdan muchos goles: “traten de no comerse seis, con cuatro estamos cumplidos”.

A sólo dos minutos del segundo tiempo Brasil mete el primero. El presagio era realidad. El Negro Jefe busca la pelota, camina lento, mira a sus compañeros y dice: “los de afuera son de palo”. Una vez en el centro de la cancha ocurre lo impensado,  pide un traductor para reclamar un supuesto off-side. “Lo que hice fue demorar la reanudación del juego, nada más. Esos tigres nos comían si les servíamos el bocado muy rápido… Pero mientras hablaba varios jugadores contrarios me insultaban, muy nerviosos, mientras las tribunas bramaban. Esa actitud de los adversarios me hizo abrir los ojos, tenían miedo de nosotros”.

Uruguay termina levantando el partido con dos goles.  

2 comentarios:

Anónimo dijo...

se nota que sos de independiente! siempre con recuerdos! jaja va con onda rulox! besos.

Joaquín dijo...

Ah con tanto mundial me olvidé un poco de mi querido Rojo!