De tanto buscar me encontré con la lluvia. Cualquier funcionario avispado dirá que es fácil, con una cómoda silla o lo que plazca para reposar el upite, podemos esperarla en la vereda. No. En esos casos la lluvia lo encuentra a uno y hace lo que quiere. Porque no sé si saben pero a la lluvia la rezaban día y noche, las comadres y los soldados, para que no moje la escopeta y haga crecer tubérculos. Es por lo dicho el alto riesgo de esperar a la mencionada, ni me quiero imaginar que me crezca una papa en el tobillo o cosa por el estilo. Decía me encontré, porque da aire a que coordinamos, pero en realidad el trabajo lo hacen las hormigas. Pero no confundamos. ¿Acaso imagina una hormiga diciéndome donde tengo mi sita con el chaparrón o qué camisa me tengo que poner? El mundo es una ilusión que sangra al ritmo de las bombas, pero no da lugar a que las hormigas me busquen charla. Es sólo cuestión de observar con cuidado.
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