7 ene 2010

Saludos para Alex y José


La moral discrimina lo que (des)conoce, lo que le da miedo, aquello que lo ruboriza de pura calentura. Desconose la pobreza, nunca estuvo en ella, nunca supo qué hacer con ella, o acaso hiso lo que quiso. La moral no es clasista sino pregunten al harapiento señor que camina y se queja de aquellos haramientos cortadores de calles. La moral es blanca y por supuesto tiene alma blanca como dijo la señora Mirtha. Pero eso no impide que la negrada quiera tener moral, eso sí, nunca será reconocida, será apenas un intento de ser. La moral se muerde los labios y frunce el seño ante la tentación de pensar en dos mujeres un hombre y tres perros en la cama. Le da tal pánico pensar que sus hijos puedan caer en alguna de estas siglas GLTTBI que se araña la cara y desempolva papeles del derecho canónico ante la posibilidad de que tenga algún tipo de visibilización. Otra cuestión interesante: la moral se adapta a los tiempos. Ya no puede andar quemando al inmoral mientras lo condena al infierno, no, eso ya es demasiado obvio, también suena vetusto acusar patologías, pensar que los homosexuales tienen madres frías y exigentes o lo heredaron de quién sabe qué, es muy estúpido. La moral se enorgullece de tener un abuelo inmigrante (de Europa claro) mientras acusa a bolitas y paraguas de sacar el pan de la mesa a los argentinos. La moral es heterosexual y cristiana. Todavía piensa en causa y efecto. Es ciudadana y para ese estatus paga sus impuestos al día. La moral hace éste tipo de comentarios en los portales digitales: no estoy en contra del casamiento gay, pero luego de ello sería interesante que pudiesen ir a vivir a una isla como hacian con los leprosos. También despliega moralina pensando en la tolerancia. El concepto de tolerancia sí que es moralina pura: reconosco tu existencia pero no me toques el culo ni me tires besos. Es aceptá lo que doy y no pidas más. La tolerancia es: yo tengo un amigo gay, no más, sólo uno sirve para demostrar lo tolerante que soy. Son los gendarmes en La Cava. Es pensar como el monseñor Juan Carlos Romaní: "el respeto a estas personas (gays) no implica legalizar sus actos". Es la exclusión disimulada. Y sobretodo es un muro para tener, el adentro y afuera de la sociedad.

No hay comentarios.: